La moraleja que podemos extraer de El Gato Negro de Edgar Allan Poe
El gato negro es una historia sobre un hombre que desciende lentamente hacia la locura. Es uno de los relatos más conocidos y mejor valorados de Edgar Allan Poe.
El hombre, del que desconocemos su nombre, es un alcohólico que maltrata a su mujer y a sus mascotas. Un día, llega a casa del trabajo de mal humor y se desquita con su gato negro, Pluto.
Cuidado con la ira y el odio
La lección moral de El gato negro es que debemos tener cuidado de no dejar que nuestra ira y nuestro odio se apoderen de nosotros. La historia es una advertencia sobre los peligros de dejar que nuestro lado oscuro tome el control.
Otra lección moral es que nunca debemos descargar nuestra ira en criaturas inocentes. El protagonista de la historia hace precisamente eso, y al final acaba cayendo en una espiral autodestructiva. Descarga sus frustraciones en su pobre gato, maltratándolo y abusando de él hasta que finalmente se vuelve loco y lo ataca.
También debemos tener cuidado de no dar por sentados a nuestros seres queridos, porque nos los pueden arrebatar o perderlos en un instante.
La caida en la autodestrucción del narrador
La mujer del hombre le regaña por su crueldad y él empieza a sentirse culpable. Intenta compensar al pobre gato pero pronto cae en la paranoia y piensa que está conspirando contra él…, cayendo completamente en la locura.
La moraleja de la historia es que nunca debemos dejar que nuestra ira nos controle. Es una fuerza destructiva que puede llevarnos por un camino oscuro. Debemos aprender a controlar nuestras emociones y dirigir nuestra ira de forma positiva. Sólo entonces podremos ser realmente felices y tener éxito en la vida.
Edgar Allan Poe elabora una historia que trasciende el terror y es una exploración de la mente humana. Es un cuento reflexivo, que invita a pensar sobre las consecuencias de nuestros actos. Nuestras decisiones, además de decidir nuestro destino, afectan a quienes nos rodean.