El gato negro: Las trágicas consecuencias de la paranoia y la falta de autocontrol
El gato negro de Edgar Allan Poe es un relato escalofriante sobre el descenso de un hombre a la locura y la violencia. Sin embargo, la ironía de esta historia reside en el hecho de que el destino del narrador fue provocado realmente por sus propios miedos y acciones.
Atención: Si aún no has leido el relato, te recomendamos leer El Gato Negro ya que a continuación se desvelan detalles de la trama y del final.
El descenso a la locura del narrador
En el transcurso de este relato, vemos como el narrador se obsesiona y se convence poco a poco de que Pluto, el pobre gato, intenta hacerle daño a él. Esto lo sume en un estado de paranoia y miedo que alteran su comportamiento y hacen que cometa algunos actos crueles, salvajes y violentos.
Inicialmente, la relación entre el narrador y el gato es muy buena. De hecho, afirma lo siguiente:
«Plutón, que así se llamaba el gato, era el preferido entre los diversos favoritos y mi compañero habitual de juegos. Solamente yo le alimentaba, y él acostumbraba seguirme por todas partes dentro de la casa; siéndome difícil evitar que hiciera lo propio también por las calles.»
El gato negro de Edgar Allan Poe
Sin embargo, un día tras volver a casa de una fiesta y embriagado, sintió que el gato lo evitaba e intentó coger violentamente al animal. El gato se defendió y le mordió ante lo que el narrador tuvo un ataque de furia y le arrancó un ojo. Aunque inicialmente sintió horror ante el acto, poco a poco se desvaneció la culpa a la par que bebía vino de nuevo.
Pasan los días y el hecho de ver continuamente la lesión que produjo al gato lo atormenta. A pesar de ello, el narrador no es un ser frío sin sentimientos ni remordimientos, sino que comete sus actos a sabiendas de que están mal y con sentimiento de culpa. Por ejemplo, en el momento que ahorca al gato dice lo siguiente:
«Lo ahorqué con lágrimas que corrían de mis ojos y el remordimiento más amargo que laceraba mi corazón; lo ahorqué porque sabía que me había amado y porque sentía que no me había dado motivo de ofensa; lo ahorqué porque comprendía que al hacerlo así cometía un pecado, un pecado mortal que exponía mi alma a encontrarse, si tal era posible, más allá de la gracia infinita del Dios más misericordioso y más terrible.»
El gato negro de Edgar Allan Poe
El gato sobrevive tras ser salvado por un grupo de gente que acude a la casa del narrador durante un incendio. Sin embargo, es esta propia culpa que siente el narrador y los sentimientos entre vergüenza y parte de arrepentimiento por semejantes actos lo que finalmente le lleva a la locura y la perdición.
Las trágicas consecuencias de las acciones
El colofón final a la tragedia del relato sucede cuando el narrador, ya plenamente sumido en la locura intenta atacar con un hacha al gato y se interpone su esposa. Totalmente fuera de sí y poseído por la ira, mata a su esposa porque es incapaz de controlar sus impulsos violentos.
La ironía de la historia es que el destino final del narrador y de su familia depende única y exclusivamente de las propias acciones del narrador. Él considera que el gato es el origen de todos sus problemas cuando en realidad es su desequilibrio psicológico y su falta de autocontrol los que llevan a tal desenlace
En resumen, las lecciones que podemos extraer de este relato es que es realmente peligroso dejar que el miedo y la paranoia se apoderen de nuestros pensamientos, ya que estos nos pueden llegar a consumir y hacer que perdamos el autocontrol.